REPORTES TRIMESTRALES SITUACION DE GENERO:

Poblaciones Vulnerables atendidas por el Sistema de Protección Social

MUJERES CON FPS, EN EDAD DE TRABAJAR Y RAZONES PARA NO HACERLO (N°)estadisticasFuente: Base de Datos Ficha de Protección Social, actualizada a Marzo 2010. SIIS, Secretaria Ejecutiva de Protección Social, MIDEPLAN. De acuerdo a los datos de las FPS, son más de un millón (1.084.715) las mujeres entre 18 y 64 años de edad, que no trabajan y que no han buscado trabajo al menos desde los 2 últimos meses, es decir, están inactivas en términos laborales.

En relación a la principal razón para no trabajar y no buscar trabajo, ésta consiste en "quehaceres del hogar". En el tramo de edad entre 36 y 64 años, son 375.389 mujeres que no lo hacen por esa razón; mientras que entre 26 y 35 años son un poco más de 110. 000 mujeres que apelan al mismo motivo (110.346); mientras que entre los 18 y 25 años, se trata de 43.410 mujeres que tienen el mismo argumento. En términos porcentuales, y considerando toda la población de mujeres entre 18 y 65 años que no trabajan, el motivo de los "quehaceres del hogar" es mayoritario, alcanzando a los 48,8 puntos porcentuales. Entonces, 1 de cada 2 mujeres que no trabaja, no lo hace porque "los quehaceres del hogar" no se lo permiten (529.045 mujeres).

A continuación, la razón “no tiene con quien dejar a los niños” concentra una parte importante de los motivos para no trabajar. Para las mujeres que tienen entre 26 y 35 años esta razón es prioritaria, con 82.262 mujeres que apelan a ella. En el tramo entre 36 y 64 años, son más de 70 mil mujeres las que manifiestan el mismo problema (76.087 personas); mientras que en la población de mujeres jóvenes, entre 18 y 25 años, esta razón es señalada por más de 40.000 personas (40.448). En conjunto, es decir, considerando a todas las mujeres entre 18 y 64 años, la razón para no trabajar “no tiene con quien dejar a los hijos” es señalada con una proporción de 18,3 puntos porcentuales (198.797 mujeres).

En cuanto a la razón que alude a una imposibilidad física de la mujer para trabajar, "que tiene una enfermedad crónica o invalidez", este argumento es señalado principalmente en el tramo de edad entre 36 y 64 años: 68.949 mujeres señalan esta limitante. Mientras que entre los 26 y 35 años desciende a 6.223 mujeres y, como era de esperarse, en el segmento de edad juvenil menos de 2.063 mujeres aluden a este motivo. Considerando todos los grupos de edad, la razón para no trabajar porque existe una "enfermedad crónica o invalidez" es igual a los 7 puntos porcentuales (7,1%), lo que equivale a 77.235 mujeres.

Una situación similar ocurre con el motivo "cuida a un enfermo crónico postrado". En el caso de las mujeres jóvenes (18 a 25 años), este argumento es señalado por 1.275 mujeres, número que crece levemente en el caso de las mujeres adultas jóvenes (26 a 35 años) con 4.025 personas, y que es el más alto entre las mujeres entre 36 y 64 años, en que más de 27.011 mujeres apelan a él. En total, este argumento representa 2,5 puntos porcentuales de la población de mujeres en edad de trabajar que no lo hacen por esta razón.

Finalmente, existe la categoría "otros motivos" para no trabajar, que alude a diversas razones consignadas en la FPS, pero que dada su diversidad y dispersión no son estadísticamente significativas por si mismas y son agrupadas allí.

En cuanto a las razones más significativas de las mujeres para no trabajar, es decir, "quehacer del hogar" y "no tiene con quien dejar a los niños", resulta necesario realizar desde ya algunas consideraciones.

Por una parte, el motivo de los "quehaceres del hogar" implica una transformación no solo en materia de política pública, sino que sociocultural y económica, que vuelve necesario revisar el rol de la mujer en la reproducción doméstica de su grupo familiar, y la colaboración que recibe en esta labor, no solo de su pareja o cónyuge, sino que de otros integrantes de su familia que, con la edad suficiente (mayores de 15 años) podrían ser un apoyo con los cuales compartir la responsabilidad de estos quehaceres.

Con todo, también es necesario considerar aquí los códigos de transmisión cultural que identifican a las mujeres como las depositarias de los saberes, competencias y habilidades para ser las responsables de las labores del hogar y que, en cierta medida, "liberan" a los hombres de esta actividad, para asignarles el rol de la generación de ingresos de la familia a través del trabajo. El punto es que, efectivamente como código cultural, no solo está presente a nivel de las ideas colectivas, sino que son las propias mujeres las que han interiorizado esta noción y la recrean en sus pautas de crianza.

Es por esto que cuando la política pública se pregunta por las bajas tasas de participación laboral femenina en nuestro país, debe tener en cuenta estos antecedentes en sus estrategias de intervención, en el sentido que no solo facilite las condiciones "materiales" para incentivar esta participación (mejor capital humano, mejores niveles de remuneraciones, mejores incentivos a las empresas para captar personal femenino, por ejemplo), sino que también debe tener una preocupación por estas creencias y convicciones culturales y sociales respecto del rol prioritario de la mujeres en los quehaceres del hogar, generando estrategias y alternativas para avanzar en la modificación progresiva de ellas.

En relación al motivo para no trabajar "no tiene con quien dejar a los niños", queda claro que aún hay por avanzar en la cobertura de las redes de cuidado infantil estatales y privadas (en tanto obligación del empleador). Si bien ha existido un importante esfuerzo público por ampliar las salas cunas y jardines infantiles, expresado en los compromisos de la actual administración gubernamental, surge la necesidad de seguir flexibilizando en los horarios en que están disponibles, las épocas del año en que se realiza la incorporación de los (nuevos) alumnos, los mecanismos de derivación a ellos desde las Oficinas Municipales de Empleo (OMIL), la ampliación de modalidades alternativas de cuidado infantil y/o que den cobertura a los niños entre 6 y 12 años después que ha concluido su jornada laboral, por señalar algunos; que estén acordes con las necesidades de las familia de conciliar la atención y crianza de sus hijos con la inserción laboral de sus integrantes, que permitan así el mejoramiento de sus niveles de ingreso.
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